domingo, 19 de abril de 2009

Por Isabel Orellana

"Lo mas importante"

El arte de rectificar

Sin proponérselo, la escocesa Susan Boyle ha dado una lección a gran parte del mundo con su talento y humanidad. Su único “pecado”, el que suscitó sonrisas recelosas, cargadas de prejuicios, tanto en el jurado como en el público participante en un programa televisivo de audiencia millonaria fue su aspecto físico. Y, tal vez, su ingenuidad. La imposición del atractivo personal tiene tanto poder que maniata el pudor, y no es un juego de palabras. En otros momentos, el respeto se habría impuesto y el impacto de la apariencia física de Susan, desajustada para los cánones que se consideran dentro de un orden, no habría dejado al descubierto las emociones que suscitó en los primeros instantes de su aparición. Sin embargo, tal vez como resultado de la penosa costumbre impuesta en una sociedad empeñada en airearlas, el gesto suspicaz y poco amable se mostró con toda crudeza en el semblante de los espectadores. Y las cámaras lo recogieron con toda fidelidad. Es de suponer, que quienes contemplaban el programa desde sus domicilios, compartirían la misma o parecida desconfianza respecto a las dotes interpretativas de Boyle.

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