sábado, 25 de abril de 2009

Por Isabel Orellana

" Lo mas importante "


Suplicar y agradecer

En el ánimo de la mayoría de las personas, e incluso de las que no se declaran creyentes, siempre hay espacio para recurrir al cielo en una súplica insistente buscando la solución al problema que a cada cual se le haya presentado. Suele producirse cuando el miedo y la incertidumbre hace acto de presencia en la vida, y se tiembla pensando que se puede perder algo o a alguien. En ese enjambre de emociones, se tiende a desterrar la duda. Sería claudicar antes de haber obtenido el don solicitado, y seguramente este sentimiento, –aunque no sea razonado, y sí visceral–, erradica esos pensamientos inoportunos e inútiles, que son tan dañinos.

Sabemos que en el evangelio, Cristo sólo pone la condición de la fe como requisito para realizar un milagro (Mc. 10, 52; 11, 22-25). Y que, muchas veces, no recibimos porque no lo pedimos, o lo pedimos mal (Stgo 4, 3). Ahora bien, en cualquier ruego que se efectúe, habría que anteponer la voluntad divina. Son palabras de Cristo al dirigirse a su Padre, cuando tembló en el Huerto de los Olivos: que se haga tu voluntad y no la mía (Lc 22, 42). Así rezamos en el Padrenuestro: hágase Tu voluntad. Si hemos puesto nuestro empeño en obtener una determinada solución, sin contar con la ternura de un Padre que quiere lo mejor para sus hijos, cuando los resultados son negativos se corre el riesgo de fenecer, de ahogarse en la increencia. Cuando una casa está construida sobre roca, los cimientos no se socavan fácilmente. Se puede venir abajo, en cambio, si lo que nos lleva a elevar los ojos a Dios es un hecho puntual que llega a nuestra vida, laboral, familiar, personal…, y no es la tónica de nuestro acontecer.

Por Emilio Saborido

Querida Susana
Sabes que desde siempre me ha gustado mucho la música. ¡Cuántas veces, desde niño, de joven, de mediana edad y ahora que acaricio los setenta años, he vibrado con muchas composiciones musicales y sus letras!

¡Cuánto he gozado con ese rezo, canto, todo él en alabanza, compuesto e interpretado en gregoriano!

A veces pienso que haber nacido en esta ciudad de lleno andaluza y tan impregnada del mar mediterráneo, me ha reportado poseer una especial sensibilidad por el arte de la música. Y digo por el arte, porque a veces oigo música que más que arte es un atentado a las notas que se imprimen en un pentagrama.

Claro, me dirás que a que viene todo este relato anterior. Sí; llevas razón y por esto paso a decirte qué sentimiento es el que hoy me embarga.

Verás, hace tiempo tuve la enorme suerte, para mí la mejor y primera suerte, de conocer a un hombre sin igual a ninguno de los hombres que o bien he conocido en persona o los he conocido por su historia biográfica.

Pues bien, a este conocido mío, fuí siguiéndole muy atentamente; más aún, todas sus enseñanzas fueron impregnándose no sé si hasta primero en mi corazón y luego en mi mente. Lo cierto es que todo cuanto él decía y obraba, aún cuando muchas veces me costaba y aún me cuesta trabajo entenderlas, quería dejarmelas bien grabada para poder hacerlas. Tanto es lo que me decidí a que fuese mi único enseñante y único a quien seguir e imitar, que tuve la enorme suerte de que un día él me dijese: “Ya no te llamaré siervo. Te llamo amigo porque todo te lo he dado conocer. Te considero ya amigo a condición de que hagas cuanto te he dicho”.
Creéme, Susana, ese día en que él me dijo que ya me consideraba y me llamaba amigo, algo interior recorrió todas las fibras de mi cuerpo hasta hacerme estremecer. Y es que cuando uno está enamorado de alguien al que considera tan superior e incluso, a veces, tan lejano de imitar y alcanzar, y llega a decirte que desde ya te considera y llama amigo, te hace desear no apartarte por nunca jamás de él.

Me imaginaba que iba a ocurrir. Así ha sido. Él me ha dicho que se va. Y que a donde él va, al menos por ahora, yo no puedo ir. Y es que es tan fuera de lo común, tan extraordinario, este mi amigo, que ya imaginaba yo, que cómo iba a retenerlo a mi lado.

Además lo conocí en una tarde en que derrotado y cansado de cuanto me había ofrecido todo mi entorno y no fiandome ya de nadie, iba caminando hacia fuera de esta sociedad y él se me acercó, me acompañó y me habló como nunca antes nadie me lo había hecho. Nunca él me dejó. Más aún nunca más yo le dejé

Por eso, mi amor a la música me hace no dejar de entonar desde hace días, la letra de esta “sevillana”: “algo se muere en el alma, cuando un amigo se vá…; no te vayas todavía, no te vayas por favor que hasta la guitarra mía llora cuando dice adiós…” .

Sin embargo no existe en mí una tristeza de melancolía y abatimiento. No sé explicarlo. Lo cierto es que mi tristeza no es capaz de quitarme esa alegría, serenidad y paz de la que cada día me siento más lleno, desde que a él lo tengo por mi amigo. Es tan buen amigo, que, antes de marcharse, me ha dicho: Yo le pediré a mi padre que te dé otro consolador para que permanezca siempre contigo.

¡Ah!, Susana, se me olvidaba decirte el nombre de mi amigo. Se llama, Jesús natural de Nazaret. Yo le llamo, mi bienamado Jesús, mi Maestro y mi Señor. Mi amigo ya inseparable.

Hasta pronto,

domingo, 19 de abril de 2009

Por Isabel Orellana

"Lo mas importante"

El arte de rectificar

Sin proponérselo, la escocesa Susan Boyle ha dado una lección a gran parte del mundo con su talento y humanidad. Su único “pecado”, el que suscitó sonrisas recelosas, cargadas de prejuicios, tanto en el jurado como en el público participante en un programa televisivo de audiencia millonaria fue su aspecto físico. Y, tal vez, su ingenuidad. La imposición del atractivo personal tiene tanto poder que maniata el pudor, y no es un juego de palabras. En otros momentos, el respeto se habría impuesto y el impacto de la apariencia física de Susan, desajustada para los cánones que se consideran dentro de un orden, no habría dejado al descubierto las emociones que suscitó en los primeros instantes de su aparición. Sin embargo, tal vez como resultado de la penosa costumbre impuesta en una sociedad empeñada en airearlas, el gesto suspicaz y poco amable se mostró con toda crudeza en el semblante de los espectadores. Y las cámaras lo recogieron con toda fidelidad. Es de suponer, que quienes contemplaban el programa desde sus domicilios, compartirían la misma o parecida desconfianza respecto a las dotes interpretativas de Boyle.

Por Isabel Orellana

"Lo mas importante"

Y, después... ¿qué?

Los seres humanos, en general, somos entusiastas por naturaleza. Es una cualidad formidable, necesaria para afrontar los avatares de la vida. Pero requiere constancia, tesón. Y, sobre todo, fe. Es fundamental creer que será posible alcanzar aquello que nos hemos propuesto. Pensar que es factible lograr la cota más alta en las expectativas que tenemos, es alimento para un espíritu combativo, que mantendrá el ánimo siempre despierto y activo para que no se malogre lo que nos ha cautivado en un momento dado.

Y, ¿qué puede habernos seducido en estos últimos días?, ¿qué experiencias han marcado el ritmo de nuestro corazón en algún instante de esta naciente primavera?, ¿no será, acaso, el torbellino de colores, sabores y anhelos de eternidad que ha impregnado las calles malagueñas al paso del Señor portando su cruz, y de la Madre Dolorosa?, ¿hemos sentido el estremecimiento de la tierna y doliente mirada de Cristo en un recodo del camino procesional, penetrando nuestro espíritu?…


Por Emilio Saborido

Querida Susana :

¿Y… qué fue del efecto 2000? Créeme, mi buena miga, que a veces, muchas veces, pienso que el hombre o mujer de esta época a la que llaman “postmoderna” no es ni tan sabio, ni tan culto, ni tan bien formado, como algunos nos lo presentan. Y es que… bien sabes cuanto y cuanto “barullo” se vino liando desde meses antes del final de año de 1999. Hubo quienes difundíeron que se acercaba el fin de esta civilización por medio de grandes cataclismos, de choques de satélites, estrellas… Otros muchos que eso del “efecto 2000” haría romper todos los sistemas informáticos, influyendo en los cortes de la energía eléctrica produciéndo grandes caos en la circulación, en las viviendas, en los hospitales… y que todo ello dejaba como “un campo abonado” para el robo, el pillaje. Hubo quienes como queriendose evadir de todo esto, habían contratado, a precios impensables, la estancia en un hotel en los más “snobistas rincones de la tierra” para el paso del 3l diciembre al 1 de enero de 2000. También quienes repiteron esta experiencia valiendose de los distintos horarios en distintatas latitudes de nuestro planeta azul. Todos esos voceros o propagandistas o bien eran pseudoprofetas o estafadores refinados.

Más, nada de nada ocurrió. Llegó enero de 2000 que no dejaba de ser la repetición del igual mes del año anterior, o del otro, u otro anterior. Posiblemente, muchos de los habitantes de aquí hasta sufrieron de desencanto al no haber experimentado en sus propias carnes ninguna de las profecías bien de catástrofe, bien de un especial elixir de felicidad. Hasta los medios de comunicación nos hablaban de casi una plaga de hombres con depresión por el síndrome “fin de navidad, fin de año”.

viernes, 17 de abril de 2009

Por Francisco Cordero

¿QUÉ PASA CON LAS FAMILIAS?


He observado que la sociedad está más despersonalizada que nunca, y no es que yo solo lo vea, sino que esta idea está apoyada por numerosos filósofos y pensadores de toda índole, hay una crisis de valores que afecta a toda la sociedad en su conjunto y aquí si que cabe decir las palabras de Jesús:
“quien este libre de pecado que tire la primera piedra”.

En el caso de las familias, es notorio el comprobar como en los medios de comunicación nos bombardean con noticias, como las que en los últimos días hemos podido escuchar, padres que no dan de comer a sus hijos con el solo objeto de según ellos purificarlos, y los chavales están desnutridos, teniendo que buscar comida a escondidas de sus padres en contenedores de basuras, y en su casa la comida encerrada bajo cadenas para que ellos no puedan alcanzarla; otro caso que hemos conocido, los padres que meten a los hijos en el maletero del coche cuando vienen de la compra, en un espacio súper reducido y con el peligro que ello supone para la seguridad de los chicos, pero eso si el perro de la familia en la parte delantera del vehiculo y lo más grave es que el padre conducía bajo los efectos del alcohol; otras veces los noticiarios nos muestran, los abandonos de recién nacidos, o las muertes de los mismos, de manos de sus progenitores.

Afortunadamente estas cosas no ocurren de manera generalizada pero si es verdad que cuando las sabemos se nos olvidan con demasiada rapidez, aunque eso si, nos ponemos las manos sobre la cabeza y decimos “Dios mío” pero ahí queda todo, no reflexionamos en el seno de nuestro hogar con los nuestros de lo que está pasando y tomamos conciencia de nuestra parte de responsabilidad y también, porqué no de nuestro dejar pasar y olvidar por que nos coge de lejos.
Esta crisis de valores éticos están dando lugar a que estos casos se repitan cada vez más, que haya padres que quieran dar la custodia de sus hijos a las autoridades autonómicas, eso ocurre aquí en nuestro país, en este llamado primer mundo, que los profesores en los colegios no puedan dar clases de forma tranquila y comprometida sino que se vean acosados, agredidos etc... De ahí a las drogas, la delincuencia, es ciertamente un paso fácil, y por tanto el deterioro de la sociedad en sus valores es un circulo vicioso que se va engrosando poco a poco convirtiéndose en una peligrosa espiral, que supongo que todos tendremos que tratar de invertir.

Los padres hemos olvidado cosas que para mi son de vital importancia:
· Hemos dado más valor al bienestar, en detrimento de nuestra familia y lo que ello implica.
· Utilizamos a los abuelos, no como lo que son, un aporte de experiencia en su lugar los usamos como cuidadores, canguros de nuestros hijos, para nuestro desarrollo social.
· A la escuela le hemos dado de manera unilateral, el papel de educadora, cuando eso es parte de los roles que debe tener la familia, mientras que la escuela debe ser formadora, y por supuesto, debe haber una colaboración entre estos dos estamentos.
· Hemos olvidado que la formación superior, debe darse en un entorno de preparación para crear una sociedad más justa y no una sociedad competitiva y desigual.
· En definitiva, hemos olvidado que la familia es el germen primario de la sociedad, y de su salud depende muy directamente el de la sociedad.
Creo que los cristianos debemos dar respuesta clara y luchar, dicho de manera figurada, por la salud de las familias y poder así, de forma y manera directa, modificar la sociedad, me gustaría que estas líneas os hicieran cuando menos pensar y si fuera posible que lo hablaseis en el seno de vuestras familias o grupos.

Por Emilio Saborido

Querida Susana :

Hoy necesito hacerte partícipe de todas mis vivencias de estos días anteriores. Ya sabes que en la madrugada de este pasado sábado cuando ya alboreaba el domingo, el primer día de la semana, no dudé en seguir el consejo de María Magdalena e irme con ella a ver el sepulcro en el que habíamos dejado enterrado al Maestro. Y es que el amor de María Magdalena para con Jesús era tan profundo que no sé como explicartelo. Claro es, que sólo las personas que saben de amor son las únicas capaces de compartir y de admitir que haya otras que también amen a la misma persona. Por esto, María no dudó en citarse conmigo para que estuviéramos lo más cerca posible de aquel que era nuestro apasionado amor: Jesús nuestro Señor.

Ya el Domingo anterior, cuando el Maestro decidió entrar en Jerusalen y celebrar aquí la Pascua algo nos hacía presentir que a Jesús le iban a hacer daño.Y esto a pesar del alegre alboroto, los cantos y los hosannas de algunos chiquillos y personas sencillas del extrarradio de la ciudad santa. Eramos realistas y nos dábamos cuenta del enorme odio que los sacerdotes y jefes judíos habían acumulado contra Jesús. Y mucho más después de lo de la resurrección de su gran amigo Lázaro. Ya ves a que extremo llegaba el odio de esos jefes hacia el Maestro que para hacerle más daño, hasta habían decidido matar al mismo Lázaro.

Pero lo que nunca podíamos esperar es que se atrevieran a condenarle, en un juicio que de verdad era todo una pantomima, a morir clavado en una cruz totalmente desnudo y no sin antes haberle azotado bien fuerte y hacerle soportar toda clase de mofas, vejaciones y chistes de muy mal gusto.

Ella, María Magdalena, no se apartó ni un solo instante de su amado Maestro y yo, aunque en segundo lugar, también estaba cerca de mi amado Jesús. Y sufrí, y lloré, y me llené de rabia, y hasta a veces caía incluso en una profunda decepción...pero por nada quise apartarme de mi Señor. Mis ojos, entre la mucha falta de sueño y las lágrimas, apenas tenían ya fuerza para estar abiertos. Ni, tampoco, tenía fuerza para mantener erguida mi cabeza. Sólo al comenzar la tarde del pasado viernes en ese sitio que sabes le llamamos “de la Calavera”, al sentir fuertes escalofríos (creo que hasta tenía fiebre), levanté mi rostro. Miré, primero a mi alrededor y ví a la madre del Maestro, a María Magdalena y a algunas más. De sus discípulos, sólo pude ver a Juan que incluso parecía haber envejecido. ¡Al fin me atreví a subir mi mirada y la fijé en el rostro de mi Señor! ¡Cuánto amor sentí hacia él! ¡Cuánto le hablé con mi mirada y cuánto más me habló él con la suya! Su rostro era de un indecible dolor, pero nunca era reflejo ni de desesperación, ni de odio,ni de frustración... Era un rostro cargado de paz, de serenidad...una mirada repleta de perdón, de comprensión, de amor... ¿por qué, mi Jesús (me decía yo) puedes llegar a amarnos de esa manera..? ¿quiénes somo para ti..?

Mi querida Susana, qué hubiera dado yo porque me hubiesen dejado calmarle la sed que él decía estaba padeciendo. Lleno de impotencia, fui testigo de cómo él, mi Maestro, reclinó dulcemente su cabeza y entregó su espíritu.

Luego perdí toda noción del tiempo. Me pareció que mi vida entraba en un túnel del que no se veía la salida. Para mí, fue como si todo hubiese terminado.

Sin embargo, Susana, pasada esas primeras horas de desconcierto, algo me hacía intuir que así no podía terminar mi fusión de amor del Maestro hacía mí y de mí para mi Maestro. Y Maria Magdalena


era consciente que yo me encontraba en igual situación que ella. ¡Cuánto le agradezco que me llamase para irnos al sepulcro!

Allí estábamos recordando y hablando todo cuanto el Maestro nos había enseñado, cuando, de pronto, sentimos que la tierra se tambaleaba bajo nuestros pies y pudimos ver cómo un ser radiante de blanco como la nieve, corrió con toda decisión la piedra del sepulcro y se sentó, todo sonriente, encima de ella. Los guardas de la tumba estaban por el suelo con el conocimiento perdido. Más, nosotros con los ojos bien abiertos y nuestros oídos muy atentos, escuchamos como nos decía: “no temáis; ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado como había dicho”.

María Magdalena y yo nos miramos fijamente como preguntándonos si habíamos escuchado lo mismo. Sin decirnos palabra echamos a correr para dar esta gran noticia a los discípulos. A mitad de camino, ¡oh suerte la nuestra!, el mismo Jesús se nos acercó y con una dulce sonrisa en sus bellos labios nos dijo: “Alegraos”. Puedes imaginarte, amiga Susana, que lo que hicimos fue arrojarnos a sus pies y entre risas y lágrimas, sólo acertábamos a acariciarlo y llenarle de besos mientras le abrazabámos con todas nuestras fuerzas. Y él no dejaba de decirnos: “No tengáis miedo, id a anunciar a mis hermanos y hermanos vuestros que el Maestro está Vivo”.

Comprenderás que despues de haber vivido todo esto, nunca he dejado de obedecer a mi bienamado Jesús y a todos anuncio que Él está vivo. Que El Vive.

Mi querida Susana, hasta pronto,

jueves, 9 de abril de 2009

Por Francisco Cordero

DEFENDAMOS TAMBIEN A LAS FOCAS.

Hace unos días veía en los noticiarios de la televisión estatal, imágenes de la cacería de crías de focas en Canadá, noticia que no por ser menos real se repite año si, año también en nuestros noticiarios, así mismo pude comprobar como por enésima vez, como grupos de los verdes “supuestos defensores a ultranza de la vida en nuestro planeta”, se manifestaban por la terminación de una vez por todas de esta macabra costumbre, tanto es así que la UE “Unión Europea” se plantea no comercializar ningún derivado de estos productos en Europa, algo que desde mi humilde opinión me parece muy acertado. La contradicción viene cuando esos mismos grupos de personas, no se manifiestan, sino que en mayor o menor medida apoyan la destrucción de la vida humana, cuando esta vida esta en el momento y forma mas indefensa, me refiero al nuevo proyecto de Ley que el Ministerio para la Igualdad dirigido por Doña Bibiana Aido, quiere establecer mediante la Ley del Aborto, que yo me atrevería a decir que es la “Ley del infanticidio”. Posiblemente en un futuro se nos obligará por ley a mantener a nuestros hijos al raso en la noche para fortalecerlos, como si de antiguos espartanos se tratara, y así mejorar la especie humana, estableciendo de este modo un filtro de supuesta calidad biológica.

La Constitución Española defiende el Derecho a la vida en todos sus aspectos y fases, por eso estoy en contra de las matanzas de focas, pero también estoy en contra de la Ley sobre el Aborto, que presenta el Gobierno, que además alega que existe una petición social, y eso no es cierto creo que en nuestra sociedad, se habla de otras cosas y en estos momentos ya sabemos que palabra es la que nos preocupa “crisis”. Es posible que algunos crean que esto es una cortina de humo para tapar la crisis, y así se hable de otra cosa , pero para mi, es otra cosa más que añadir a la crisis, que ya está enormemente engrosada, por entre otras cosas por la carencia de valores, y esto no hace mas que agrandar la misma, sin que nadie tome las medidas necesarias para realizar las reformas estructurales necesarias para la consecución de los objetivos que nuestra sociedad necesita para recuperar los valores que ha perdido.

En otro orden de cosas el pasado Domingo 29 de Marzo, en Madrid, se ha celebrado una manifestación a favor de la vida y en contra de esta barbaridad, manifestación apoyada por grupos Pro Vida, Asociaciones de médicos, y por el Manifiesto publicado y firmado por mas de 1000 Científicos, entre ellos muchos no creyentes, que defienden que desde el momento de la concepción existe vida, y, esa vida tiene que ser defendida. A esa manifestación y casi como todos esperábamos, no han asistido los grandes cargos del principal partido de la Oposición, como hubiera cabido esperar, lo que me deja claro una vez más que lo que dice la Sociedad y lo que dicen los políticos, realmente no significa lo mismo. Es verdad que en esa manifestación han participado políticos de diferentes partidos pero a titulo personal, eso les honra, delante de los que creemos que la vida es el don Divino más importante, por el que los cristianos debemos y tenemos que posicionarnos, de una manera clara y contundente, en contra de lo que yo considero, una verdadera atrocidad. Espero que esta manifestación, se considere como deseo social, y que nuestros gobernantes escuchen la voz de los manifestantes y tomen en consideración sus peticiones.

miércoles, 8 de abril de 2009

Por Emilio Saborido

2ª parte


Querida Susana:

Sí, es cierto, la liturgia de hoy siempre ha tenido para mí una gran atracción desde hace años, muchos años. Qué bien narra San Lucas, la situación de ánimos de esos dos discípulos, de los que sólo se sabe el nombre de uno: Cleofás, que desandan, como hombres derrotados, todo el trayecto que habían hecho para festejar la llegada a Jerusalén del Mesías que esperaban.

Yo los veo cabizbajos y con brazos caidos marchando hacia su pueblo: Emaús. Y cuando allí lleguen, ¿qué será de ellos? Pensarían que ahora iban a ser el centro de las burlas de sus paisanos.

¿Pero, cómo es posible que nos haya podido pasar esto a nosotros? Cómo hemos podido fiarnos de alguien, al que nos creimos era el Mesías liberador que esperábamos, y al final no ha pasado de ser un pobre hombre, con muchas fantasías en la cabeza, y que, desde luego, ha sido el hazmerreir de Pilato, los sacerdotes del templo, de todo el pueblo, y que eran muchos, allí congregado y hasta de los que crucificaron junto a él. No sabemos si es que lo han crucificado por eso de lo de vagos y maleantes, o por loco, o a lo mejor, y como decían los sumos sacerdotes, por blasfemo.

De todas formas cuando lleguemos a Emaús alguna explicación habremos de dar a los de allí.

-Pues la explicación habrás de darla tu que eres el que me metistes en todo esto.
-Mira déjate de “royo” que tú ya eres mayorcito para saber lo que hacías.

Y, ¿tú me preguntas que conversación es esta que traemos mientras caminamos..?

Será por este fuerte resplandor que nos dá el sol que se marcha en esta tarde, pero lo cierto es que nuestros ojos no nos han dejado verte forastero. De todas maneras, nos resulta extraño que después de todo lo ocurrido, y que tanto ha dado que hablar, te hagas el nuevo como si nada supieses.

Con la ilusión y fe que nosotros habíamos puesto en que por fin ese tal Jesús el Nazareno era el liberador de Israel… Las mujeres, como se lo creen todo, ahora andan diciendo que esta mañana temprano fueron al sepulcro y no lo encontraron. Llevadas de la fantasía, propias de su sexo, dicen que se les han aparecido unos ángeles y les han dicho que él estaba vivo. Y nosotros, de verdad te decimos, estamos ya hartos de embustes y fantasías. Sólo queremos descansar y aclarar nuestras ideas.

Oye, Cleofás que tontos y que torpes somos, ¿no son las propias escrituras las que de siempre han venido diciendo que el Mesías que esperábamos había de padecer todo lo que ha padecido Jesús el Nazareno? Desde Moisés hasta nuestros días, así lo afirman todas las escrituras a las que tanto creemos y veneramos.

¡Oh, amigo forastero quédate con nosotros! Sí, por favor quédate que ya se ha hecho tarde y te necesitamos. No te separes de nuestro lado pues tú has hecho que nuestros corazones ardan de nuevo en fe, en ilusión y en un amor hacia ese Jesús Nazareno como nunca antes lo habíamos sentido.

Cleofás, ¿ves lo que yo veo? Sólo un hombre como este que hemos creido forastero, es capaz de tomar y partir y compartir así el pan: es Jesús... el Nazareno... ha resucitado... ¡Él es el Mesías que tanto esperábamos!

Que importa que ya sea la noche, vamos a todo correr hacia Jerusalen. Y vamos a comunicar a los once que El vive. Que sí, que es cierto que ha resucitado y está entre nosotros. No necesitamos de ángeles que nos lo diga, pues es verdad El está en Galilea esperándonos.

También yo, querida Susana, puedo decir: El está vivo. Está entre nosotros hoy, aquí...

Hasta pronto,

domingo, 5 de abril de 2009

Por Enrique Ortigosa

Carta de presentacion.

Quiero ante todo agradecer a las Parroquias de San Andrés y San Juan de Coín y, especialmente, a su párroco don Gonzalo el ofrecimiento para colaborar en su web. Lo haré con mucho gusto y en la medida de mis posibilidades.

Mi primer escrito quiere ser una acción de gracias a Dios en una carta de presentación. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Dónde estoy? No soy un erudito y por tanto no puedo ofrecerles erudición. Sí atesoro, hasta donde llega mi memoria y mis vivencias, lo que la Iglesia, madre y maestra, en todos los grupos en los que he participado, me ha enseñado y entregado a lo largo de mi historia personal y social, como persona llamada a la fe cristiana y como miembro de una comunidad eclesial. La Santa Iglesia Católica es la que me ha conducido siempre al encuentro de Dios como Padre y como Madre, a Jesucristo Señor y Salvador y al Espíritu Santo Vivo y Vivificador.

Por mis orígenes soy un rural urbanizado. Por el humus cultural en el que discurrió mi infancia pertenezco a una sociedad cristiana rudimentaria. Mis padres me inculcaron la tendencia hacia el bien y el temor del Señor. El cura de la aldea donde aprendí las primeras letras y mi maestra fueron mis primeros catequistas.
Los vecinos de mi cortijada, principalmente la Lola de Cristóbal y su marido Miguel Monifa y la Josefa la Matica y su marido Antonio el Colmenar, me mostraron el camino de la solidaridad y de una familiaridad que, en la primera infancia, es tan importante como la que da la propia sangre.
Mis familiares, los de arriba y los de abajo, con su cariño y su acogida, pusieron en mí el deseo de tener mi propia familia por encima de las limitaciones que pueda tener toda familia en cuanto grupo humano de gente dispar. Humanamente soy fruto de lo que ellos fueron y vivieron. Mucho me dieron en acompañamiento, en sentido de pertenencia, en afecto y en alegría. Sus debilidades y sus sufrimientos también me han ayudado y aún me ayudan a madurar. Nuestras familias y nuestra historia son maestros para la vida.

Trasplantado a la ciudad en plena adolescencia encontré en seguida en la Iglesia Católica y en todos los pastores que traté una acogida gratuita y generosa.
Era el año 1974. La ciudad era un desierto para mí. Divisé el campanario de la Parroquia de San José de Carranque. No recuerdo bien este primer encuentro con la Iglesia en la ciudad de Málaga. Sí que hubo en mí un llanto restaurador y el consuelo y el ánimo del presbítero que me atendió.
La soledad de muchacho débil y campesino venido a la ciudad me llevó al amparo de la Iglesia. Me incorporé por razones de proximidad una recién nacida Parroquia de Santa María Goretti, atendida por los Padres Pasionistas. Era sólo un local en los bajos de un bloque, en un callejón sin asfaltar, entre la Cárcel Provincial y el Tiro de Pichón, donde Málaga todavía era rural. Y tuvimos unos curas venidos de lejos, con otros acentos distintos al nuestro, aragoneses, castellanos, navarros, valencianos… Sergio, Juan, Antonio, José Luis, Carmelo…

También en los estudios fue la Iglesia madre y maestra para mí. Cursé el bachillerato superior en Santa Rosa de Lima, un centro que fue fruto de la generosidad de la Iglesia y de sus pastores, concretamente de Don Jesús que, para nuestra formación, entregó su tiempo y su dinero y hasta él mismo. Nunca vi en él un hombre que se construyera en su obra sino que trabajó y se desvivió por todos nosotros, jóvenes mayoritariamente de los nuevos barrios de emigración y expansión del noroeste.
En Santa Rosa había buenos profesores y buenos curas. Me disculpará el resto del claustro que destaque, por su influencia benéfica sobre mí, a doña Carmen Alonso, maestra cristiana, madre de familia numerosa, exigente en los estudios pero comprensiva y cariñosa. Pronto partió de entre nosotros. Espero que el Señor, al que ella amaba y anunciaba con sus palabras y su vida, la tenga junto a Él.
Ahora, con el paso del tiempo, me doy cuenta que Santa Rosa de Lima tuvo un elenco pastoral privilegiado. ¡Cuánto bien nos hicieron tanto en el plano de formación cristiana cómo de formación social! Eran don Antonio Alcaide, don Antonio Izquierdo, don Ricardo Navarrete y don Pedro Sánchez.
Sinceramente, los aires de libertad que trajo el Concilio se notaban en su pastoral y fueron adelantados a la libertad social que llegaría con la muerte de Franco.

Acompañados por don José Alcaide muchos vivimos el primer pentecostalismo católico, con sus valores y sus riesgos, en la Parroquia de la Amargura. Fue una época de gran vitalidad y que nos abrió nuevos horizontes y nos ofreció celebrar la fe con alegría, con un entusiasmo que antes no conocíamos. Vivimos unas eucaristías muy festivas, descubrimos los salmos como forma de oración y la Biblia como libro de cabecera.

El cambio de barrio, hacia el extremo suroeste de la ciudad, me puso en contacto con “Los Cruzados de la Esperanza” y con MIES.
Cuando la sociedad aún permanecía dormida, la Iglesia fue el lugar donde, al calor del asociacionismo cristiano y a la pastoral de calle, se nos ofreció a los jóvenes de mediados de los setenta un ámbito donde crecer como personas, como cristianos, en el ser, en la responsabilidad, en la libertad, en la solidaridad…
Había una presencia y salvaguarda de la Iglesia adulta, de los pastores, párrocos y maestros espirituales. Fueron para nosotros dos gigantes de la fe el Padre José Antonio y el Padre Diego Ernesto. Muy espirituales, pero cercanos, cotidianos, actuales… casi tan jóvenes como nosotros.
Para muchos de nosotros, el gran descubrimiento de esta época fueron los responsables laicos juveniles. Chicos comunes, de nuestro entorno, con el artículo delante del nombre o del apodo.
El Manta, El Ministro, El Pedraza, “Andy Williams” y El Tupamaro fueron los responsables de mi equipo de muchachos. El Molina era el responsable de la pandilla.
Quiero dedicar unas palabras de gratitud y reconocimiento a Juan Moreno, un hombre sencillo y evangélico en el que, para mí, pesan mucho más su dilatado quehacer apostólico y el bien que a tantos nos hizo que sus posibles debilidades humanas.

En esta época, parroquia y barrios vivían en simbiosis y eran nuestro hábitat natural. Gracias a la Iglesia los que, chicos de alubión, vinimos del medio rural y de los pueblos no estábamos perdidos en la gran ciudad.
De aquella amalgama juvenil de La Luz y Bonaire, de Nuevo San Andrés y Belén, del Camino Viejo de Churriana y El Puente de los Morenos, de Vistafranca y Ardira, muchos permanecemos dentro de la Iglesia, otros pasaron al asociacionismo vecinal, al sindicalismo, a los partidos políticos… Nos tocó vivir una época de grandes cambios.

Con diecinueve años fui invitado y viví el 2º Cursillo de Cristiandad Mixto para Jóvenes. Fue una muy buena experiencia con el acompañamiento pasoral, cercano y positivo, de D. Francisco Rubio.
Mi juventud adulta, de los 20 a los 26 años, la viví en los hermanos de San Juan de Dios. Ha sido la etapa más recia y más rica en aprendizajes sobre mí mismo, sobre la Iglesia, sobre la vida. El Señor permitió que, junto a mis deseos de hacer el bien, aparecieran mi ansia de ser y mis pecados. Estos me hirieron e hicieron sufrir a mis formadores y superiores por mi desobediencia y por mis críticas.

En lo más serio de mi crisis vital y de fe siempre fui acogido por la Iglesia como una madre que no se escandalizó de mí, perdonó mis pecados, me admitió a la Eucaristía y me trató como a un hijo.
En este tiempo de desorientación la Iglesia me reevangelizó en un itinerario de renovación bautismal. Cuando ya había tocado fondo y no podía darme a mi mismo la vida ni la dignidad se me anunció el amor gratuito de Jesucristo, muerto por mis pecados y resucitado para mi salvación. Un Jesucristo presente en su Iglesia que me ha amado no porque fuera buenecito y tuviera obritas, sino cuando era malvado y pecador. Gracias a este Jesucristo mi vida y la de mi familia hoy están en pie, apoyados en su amor misericordioso, pues habiéndonos amado él primero hace posible que también nosotros, en una media, podamos amarnos unos a otros, perdonarnos, servirnos...
Y lo que digo mi familia lo afirmo también de mi comunidad, donde se da el perdón, la caridad fraterna, la comunión en Jesucristo por encima de las diferencias personales, sociales o culturales. Desde hace veintidós años caminamos en la fe de la Iglesia en la misma comunidad neocatecumenal de la Parroquia de San Antonio María Claret. El anuncio de este amor salvífico de Jesucristo presente en su Iglesia ha puesto a salvo mi vida y la vida de tantos hermanos y hermanas.

He de reconocer que, durante toda mi vida, Dios ha sido fiel. Frente a mis infidelidades siempre está la fidelidad de Dios; frente a mis descarríos, Jesucristo, camino, verdad y vida. Tantas veces mis pecados me han llevado a un callejón sin salida y han sido el principio mi retorno a Dios. Y también una ayuda para no escandalizarme de los pecados de los demás, para no juzgar a nadie. Para esperar y desear, junto con mi perdón y mi salvación, el perdón y la salvación de todo hombre, por muchos y muy graves que sean su pecados.

Por Jose Luis Arranz Ramos

CARTA A UNA MADRE


Madre, aunque tu no quisiste que yo naciera, no puedo dejar de decirte mamá. Te escribo desde el cielo para explicarte lo feliz que estaba desde que comencé a vivir en tu vientre. Yo deseaba nacer, conocerte, y pensaba que algún día llegaría a ser un niño alegre. Soñaba con ir a la escuela y ser un hombre importante. Yo creía que, cuando cumpliera los nueve meses de estar junto a tu corazón y naciera, todos se iban a alegrar en casa con mi llegada. Pero tu no pensabas igual que yo... ¿verdad, mamá? Y un día, cuando yo estaba tan contento jugando en lo más recóndito de tus, para mí divinas entrañas, sentí algo extraño... algo que me hizo temblar. ¡Sentí que me quitabas la vida!
Yo quise defenderme... pero la muerte con implacable y metálica voz, me sorprendió cuando estaba esperando nacer para adorarte. Dime, mamá, ¿quién podría entrar dentro de ti y llegar hasta donde tan seguro me hallaba, para matarme? ¿quién sabía que estaba allí, tan guardadito? ¿Dónde estabas tú, que no me defendiste? No sé lo que llegué a pensar... perdóname, pero por un momento, el negro cuervo de la duda pasó por mi mente y creí que sólo tú habrías podido hacerlo.
Pero, perdona mi mal pensamiento...¿Cómo iba yo a comprender que una madre matara a su hijo, cuando en casa no estorba ni el gato ni el televisor?
Ahora, mamá, ya lo sé todo. Estoy aquí en el otro mundo, y un compañero que tuvo igual fortuna que yo me ha dicho que sí, que fuiste tú, porque dice que hay madres que “matan a sus hijos” antes de nacer. Madre, ¿cómo es posible que hayas hecho tal cosa conmigo? ¿Pensabas, acaso, comprar un lavaplatos o una lavadora con los gastos que yo te ocasionara? ¿O te avergonzabas de mí porque yo no era hijo de tu esposo? El mal consejo que te dieron lo escuchaste “antes de oir tu corazón”. Yo que tenía tantas ilusiones...tú me las quitaste todas.
Ayer estuve hablando con Dios y le pedí, por favor, que me aclarase la verdad de mi muerte. Él me abrazó cariñosamente y me dijo muchas cosas... las palabras más maravillosas que jamás escuché. Las mismas que “siempre soñé escuchar de tus labios de madre”, cuando todavía esperaba que un día me “arrullases” en tus brazos.
Me dijo también que sólo Él es dueño de la vida y que nadie tiene derecho ni poder para quitarla. Por mis ojos, madre, corrían torrentes de lágrimas, pero Dios me estrechó contra su pecho y me susurró tiernamente: “Si tú no tienes madre, yo te doy la mía”. Y me presentó a la Virgen María... Y ella me ha dado todo lo que tú me negaste.
Mamá, antes de despedirme, voy a pedirte un favor: que esta carta se la leas a tus amigas..., a todas las futuras mamás del mundo, para que no cometan el monstruoso error que tú cometiste conmigo. Te envío todo ese cariño que hubiera querido darte en vida, y te pido que te arrepientas de lo que hiciste con tu hijo “que nunca nació”.

Por Emilio Saborido

Querida Susana:

Desde muy pequeño, oía, yo, decir tanto a mi madre, como a familiares y personas mayores que me aconsejaban, este refrán: “Dios escribe derecho en los renglones torcidos”. Ciertamente en mi mentalidad de niño no llegaba a entender que me querian decir con esta tan rotunda afirmación.

Como es lógico, cuando ya tuve edad de entender, descubrí que lo que pretendían decirme era que, por mucho que me empecinara en hacer algo, si este algo, no se atenía a lo que Dios quisiera de mí, al final siempre se cumpliría lo que Dios (un ser muy lejano y como una especie de “factotum”) tuviese a bien.

Es claro que esta afirmación así, sin más, se presta a una especie de conformismo que pueda llevar como a “un cruzarse de brazos”, dado que al final siempre ocurrirá no aquello por lo que trabajo y lucho, sino lo que ya, desde la eternidad, Dios tenía sobre mi persona establecido. Desde luego, cuando ya pude, me revelé contra esto, porque para mí me resultaba como una especie de predestinación fatalista. Era convertirme en una especie de robot totalmente privado de lo que más nos caracteriza a los hombres y que es la libertad, el regalo más preciado que nos dió nuestro Creador.

Ahora en estas últimas jornadas de estos días que me han correspondido, por suerte, vivir, me doy cuenta de cuantas veces, de cuantos esfuerzos, luchas agotadoras en aras a conseguir un algo que entendía me beneficiaba, se quedaban en la mayor vaciedad, nada y sinsentido, pues lo conseguido apenas si tiene que ver con aquello por lo que luchaba denodadamente.

Lo mejor de todo esto anterior, es saber que he actuado gracias a ese gran regalo que desde que nací me correspondió: la libertad.

Ahora bien, el error ha estado en sólo confiar y calcular en mis únicas fuerzas, sin querer comprender, ó quizás admitir, que mi Creador, es el Padre Bueno que desde su perfección plena del amor siempre ha querido lo mejor para mí. Y que no precisamente lo mejor que El quería, y quiere, para mí es lo que yo entiendo desde mi corto campo de visión. Es como si mi visión correspondiese a la que produce una altura de unos centenares de metros y que desde luego siempre será más pobre a la de aquel que se encuentra en una altura de unos diez mil metros.

Me lleva esto a la conclusión que de lo que se trata, a fin de poder acertar lo más posible, es el estar a la atenta escucha de Dios. Comprendo que en este lado del mundo que nos ha tocado vivir, es dificil escuchar a Dios, cuando existe un enorme griterío que inunda nuestros oidos y nuestros pensamientos. Es el griterío incesante de muchos medios de comunicación en donde, cada vez más, se hacen afirmaciones y se defienden valores que en nada tiene que ver con el menor principio ético o moral. El griterío de muchos predicadores que venden, a precio de rebaja, unas verdades, posiblemente pseudoverdades, que son carentes del menor cimiento de solidaridad. Y también, cómo no, de mi propio griterío. De ese que emerge desde mi interior y que tiene como raíz mi propia soberbia, prepotencia y hasta mi superyo.

De otro lado, cuando se intenta caminar, en esta nuestra sociedad, en contra de la corriente que la misma marca, se nos produce una situación de dolor, de rechazo, en definitiva de cruz.

Únicamente desde el prisma de ser fiel a los deseos de mi Dios y Creador, y de ansiar corresponderle en ese pleno amor que El me tiene, es cuando sí entiendo eso de “Dios escribe derecho en mis renglones torcidos”.

Hoy intento ser coherente, en mi vida, con esto que antes te digo, querida Susana, sabiendo que me considero ahora más que nunca, gozando del preciado tesoro de la libertad.

Hasta pronto