" Las cosas importantes "
ROSTROS DEL AMOR
El amor, todos lo sabemos, en términos genéricos tiene infinidad de matices. Más aún cuando este amor se materializa en nombre de Cristo. Dentro de esta inmensa gama, hay uno que estos días llama la atención. Tiene que ver con la responsabilidad que se asume por las acciones de otras personas. Lo entenderemos si tenemos en cuenta que, humanamente hablando, los padres mientras que sus hijos son menores de edad, asumen los riesgos de los actos que realizan. No solamente la ley sino disciplinas como la pedagogía, sicología o sociología las señalan como “culpables” de gestos reprobables. A veces son punibles. Y aunque no lo sean, se quiere reconocer en ellos los signos de una mala educación, del abandono o falta de atención de los progenitores.
Digo “se quiere reconocer” a propósito, porque muchos casos de hijos díscolos han brotado en el seno de padres preocupados y atentos, de personas generosas que han sufrido un calvario al ver que no lograban entrar en vereda, como suele decirse, a quienes más amaban.
Pero si entendemos esta circunstancia que se produce en el seno de muchos hogares, deberíamos también comprender el dolor que se experimenta cuando se asume, en nombre de Cristo, la responsabilidad de otros. Es el caso del Papa Benedicto XVI, como lo ha sido antes de otros Pontífices. El Siervo de Dios Juan Pablo II pidió perdón en nombre de
En estos tiempos el Papa Benedicto XVI, en esa cruz que conlleva su altísima misión como Vicario de Cristo, también ha afrontado la verdad de gravísimos hechos acaecidos en
La justicia, lo que haya que hacer, el cómo y el cuándo en estos luctuosos casos es un tema distinto. Pero no podemos olvidar que la mirada de Cristo se dirige especialmente a los pecadores, a los enfermos, los que precisan cura… y que ese gesto de perdón lo asumió Él mismo de forma sublime e incomparable desde su cruz al exclamar: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen…”. Sólo recordar que los tronos de esta Semana Santa malagueña que han vuelto a llevar a la calle