viernes, 15 de mayo de 2009

Por Isabel Orellana

" Lo mas importante "

JUGAR CON LA VIDA



Se veía venir, porque sembrando vientos sólo se pueden cosechar tempestades. Las casas se comienzan siempre por los cimientos, y no por la techumbre. Pero tocante a la vida, por desgracia, así ha sido. Jugando al despiste, y como quien no quiere la cosa, desde hace décadas se viene banalizando la sexualidad. Dejando las puertas abiertas y el campo abonado con incontables desmanes, hemos llegado a la ley del aborto, sin apenas cortapisas. Siento infinita tristeza.

Hace algunos años quedé prendada de las tesis de un autor que me parecía estaba defendiendo al hombre. Aún hoy día, sigo creyendo que hay elementos de innegable valor en las tesis éticas que propugna. El problema es que están dirigidas al nacido. El no nacido, y eso lo descubrí cuando estaba a punto de finalizar el texto en el que trabajaba sobre su pensamiento, no entraba en ellas. Uno de los argumentos demoledores es eliminar el problema, aún cuando no se haya presentado, para evitar males mayores. Así, entre otras “lindezas”, en una entrevista concedida al prestigioso periódico alemán Spiegel, este pensador sostenía que para evitar malos tratos, lo mejor es que los niños no hubiesen nacido. Tremendo argumento, ¿verdad? Hemos eliminado de un plumazo la responsabilidad personal, entre otras cosas. Naturalmente, consideré entonces que si los fundamentos de esa ética tenían ese cariz, lo demás se caía por su propio peso. Disuelto el derecho a la vida, todo lo que pueda decirse queda completamente desprovisto de valor.

Traslademos este planteamiento a la ley del aborto. Antes de que se cree un problema, esto es, antes de que haya niño en camino, su eventual llegada al mundo es problemática, de modo que se cercena y no hay más que decir. Que ya viene en camino. Bien, en ese caso, siempre habrá razones para justificar su desaparición. Porque con el eufemismo “interrupción voluntaria del embarazo” no se puede enmascarar la gravedad de la muerte que, de tantas formas distintas, se inflige a una criatura, negándosele el derecho elemental a vivir. No se trata de condenar a nadie. No se pone en duda que haya personas y familias que tengan ciertos problemas. Incluso que tengan miedo a enfrentarse a un acontecer ligado al sufrimiento de un ser querido. Nada de ello justifica impedir que una vida llegue a su término. Que una criatura pueda reír y llorar; equivocarse y rectificar; alegrarse y sufrir; crecer, respirar, ser un genio o un ignorante, hacer el bien de mil formas distintas…, pasar por la tierra aferrado a la increencia, o caminar en aras de su destino hacia otra vida en la que afortunadamente el raciocinio humano no tiene nada que hacer. Cualquier ser humano es único e irrepetible.

Las autoridades tienen la obligación de poner los medios para paliar lo que está en su mano. Para ayudar a que florezca la vida; no a conceder prebendas envueltas en sudarios. Claro que ciertas medidas no agradan a ese segmento de la sociedad adormecida con los efluvios de una existencia atrapada por la comodidad y la invitación tendida para eludir los problemas. Teniendo la sartén por el mango, se legisla y condena a miles de criaturas a no ver jamás la luz. En España, durante el pasado 2007, nada menos que 500 vidas concebidas en adolescentes menores de 15 años se han malogrado a conciencia, 6000 más corresponden a menores de 18 años. Y en total, la escalofriante cifra asciende a 112.000 seres humanos. Un auténtico genocidio. Mientras tanto, muchos se “entretienen” en discutir la entidad de la criatura examinando el concepto de persona.

Hay grupos establecidos, órdenes religiosas, personas de a pie, que se ofrecen para hacerse cargo de estos seres eventualmente condenados a morir. Pero los medios de comunicación no les dedican espacio, o no el que debieran. Como tampoco se da a conocer suficientemente la abnegación y sacrificio de tantos padres que habiendo tenido hijos que nacieron enfermos, no los cambiarían por nada de este mundo. Eso no vende.

Una adolescente no es una niña que está en edad de jugar con muñecas. Pero, aunque vaya saliendo de la niñez, es inmadura. Y cuando la inmadurez y el sexo como genitalidad se alían, la vida es un juego. Lo peor es que este peligrosísimo juego se realiza con la connivencia de muchas familias, algunas, por cierto, católicas declaradas. O, al menos, eso es lo que dicen. El aborto como la eutanasia se defiende a ultranza porque siempre hay motivos para justificar lo injustificable. Hace años me pregunto si muchos padres saben lo que hacen sus hijos fuera de casa: sexo, botellón, drogas, locura al volante fin de semana tras fin de semana, si realmente saben a lo que se exponen… Mejor pensar que no han tomado conciencia real del riesgo que correr al no poner cota a tanto desenfreno. Porque sí no fuese así, impresiona ver hasta qué punto han declinado la alta responsabilidad que han contraído al traerlos a este mundo. Cuando llegan las tragedias, entonces se vierten lágrimas a raudales. Pero ya no hay solución.

La educación a tiempo, llenar de luz la vida de un adolescente que tiene un futuro prometedor para tantas cosas, el pudor, el respeto a la propia dignidad, palabras desconocidas en el vocabulario de muchos jóvenes, es la asignatura pendiente de una educación que en la mayoría de las ocasiones es permisiva, tolerante y mediocre al extremo. Querer es poder. De modo que siempre estamos a tiempo de cambiar el rumbo y dirigir adecuadamente nuestras vidas.

jueves, 14 de mayo de 2009

Por Jose Luis Arranz

REPROBEMOS AL PAPA

Sería cosa de risa, si no fuera porque es un tema demasiado serio para echarlo a broma. Las “muy sesudas mentes” de los miembros de IU en el Congreso de los Diputados, se han rasgado las vestiduras, han puesto el grito en el cielo y han concluido que unas pocas palabras de Benedicto XVI sobre el Sida expresadas en el contexto de una amplia entrevista concedida al comienzo de su reciente e importante viaje a África, y posiblemente mal entendidas, son dignas de la hoguera más ardiente, y han solicitado formalmente en el Congreso nada menos que la reprobación del Papa.

De pena.

Pero se da la circunstancia, también, de que la inmensa mayoría de los medios de comunicación que siguieron ¿informativamente o con espíritu destructivo? el viaje del Papa, centraron todo su interés acerca de los actos desarrollados en esos días, justamente en esa respuesta del Pontífice sobre el Sida; no hubo por lo visto nada más interesante, ni antes ni después; no hay medias tintas. La gran mayoría de los medios de comunicación, deseosos por desgracia de tirar continuamente piedras y más piedras contra el tejado de nuestra Iglesia y de nuestra Fe han pretendido soliviantar --y en muchos casos lo han conseguido—al pueblo llano, al cristiano de a pié y, por supuesto al no creyente, ofreciéndoles a unos y a otros una desvergonzada caricatura de lo que en realidad ha hecho y dicho Benedicto XVI por tierras africanas.
Por cierto, olvidando esas palabras de Jesús que todos conocemos: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.

De pena.

Y encima, algunos creyentes han hecho causa común con aquellos y con estos (políticos y prensa) y han concluido que Benedicto XVI hubiese estado mejor “calladito”. Es decir, que de una u otra manera lo que se pretende es hacernos volver a las catacumbas pero, eso sí, enarbolando ellos y únicamente ellos, la gran bandera de la “libertad de pensamiento religioso”.
Pero es que, mis queridos amigos, después de esa entrevista, el Papa siguió hablando sobre el Sida en África y exigió a los gobiernos de la zona, la atención sanitaria gratuita para los enfermos del Sida…
Pero esto no lo dice la prensa ni los políticos.
Y el Papa llamó en varias ocasiones a los africanos de las distintas ideologías a la responsabilidad y al amor fraterno.
Pero esto no lo dice la prensa ni los políticos.
Y el Papa recalcó en cuantas ocasiones pudo, la necesidad de cuidar a los enfermos, tanto de Sida como de las demás gravísimas enfermedades que aquejan a los africanos.
Pero nada de esto dicen la prensa ni los políticos, quizás porque tendrían que añadir a continuación si verdaderamente pretenden ser honestos con su punto de vista, que eso de cuidar a los enfermos es mayoritariamente un trabajo silencioso del que se encarga en buena parte la Iglesia Católica.
Y eso, ni unos ni otros son capaces de reconocerlo.
Y volvamos al comienzo de la historia. Ha tenido que ser el grupo político a nivel nacional más pequeño de cuantos habitan en nuestro planeta, el que presente la reprobación. Ellos, que sólo representan a unos pocos, se han erigido en defensores a ultranza de algo en lo que demuestran su trasnochado estilo y su escasa profundidad de miras. Y, además, se les ve el plumero en su deseo de atacar a la Iglesia y a todo cuanto ella representa, sea con el motivo que sea.
La Iglesia Católica lleva SIGLOS defendiendo los mismos postulados en cuanto se refiere a la responsabilidad compartida en el amor. No es cosa de un solo Papa, ni de dos; es, simple y llanamente la doctrina oficial de la Iglesia en ese terreno y en otros que conducen al mismo fin, desde siempre.
¿Y ahora, tres mil años después, se rasgan las vestiduras?
Que no están de acuerdo con esa doctrina de la Iglesia lo sabemos, y además hacen muy bien en estar en desacuerdo si así lo entienden y si no son creyentes. Los que lo somos no les exigimos nada.
Como no están de acuerdo en muchas otras cosas que hacemos o decimos los católicos, y repito que hacen muy bien en no estarlo si no son creyentes. ¡Allá ellos, oigan!! ¿Les hemos exigido nosotros algo a ellos?
Pongo un ejemplo: yo podría, como español libre y en pleno uso de esa libertad, presentar una reprobación a nivel nacional contra este grupo político porque no me gusta en absoluto lo que hacen ni lo que dicen. Pero, sinceramente, me parecería una estupidez como la copa de un pino. Simplemente los doy por reprobados por mí. Y que cada cual ejerza de juez, según su conciencia.
Aunque, en verdad, los cristianos sí que podríamos reprobar muy seriamente a esos medios de comunicación y a esos ¿políticos? que pretenden meter las narices donde nadie les llama con el solo deseo de conseguir que la Iglesia reciba cada día un varapalo que vaya reduciendo su influencia espiritual hasta conseguir (que ilusos) bajarla a 0 (cero).
Esos políticos que presentaron la reprobación deben saber --y lo saben sin duda alguna—que bastantes de sus propios votantes son católicos y que por lo tanto están tirando teas incendiarias contra su propio tejado.
Y esos medios de comunicación deberían saber --y también lo saben—que entre sus lectores, radioyentes o televidentes existe un elevadísimo tanto por ciento de católicos, que pueden sentirse internamente molestos y altamente ofendidos por la desvergonzada forma de presentar siempre la información sobre la Iglesia.
El problema nace por ambas partes cuando se trata de ser, simple y llanamente, HONESTOS, como sería su obligación primera. Y no saben serlo ni representarlo. No son honestos ni siquiera consigo mismos porque si lo fueran, al menos para sí, tendrían que reconocer que por cada uno de los muchos errores que haya cometido la Iglesia Católica a través de los siglos, o que se hayan podido cometer en su nombre, --que los ha cometido, sin duda, y ya Juan Pablo II, de feliz memoria, se encargó de pedir perdón en diversas ocasiones—hay mil aciertos de amor, de ayuda, de hermandad, de confraternidad, de creación de escuelas, de universidades, de ejemplos vivos de generosidad hacia los demás, de creación y dirección de hospitales para los más pobres, de comedores para alimentar a miles y miles de familias en todo el mundo, de ayuda económica a los países más necesitados –por cierto África prioritariamente entre ellos— para que los pobres parias de la tierra, aquellos a los que los demás cierran las puertas de su casa y lo que es peor de su corazón, encuentren una vida –o una muerte al menos--relativamente digna.
Sin olvidar, por supuesto, a los miles de misioneros, misioneras y voluntarios y voluntarias laicos que viven alejados de sus familias y amigos en aquellos países más desfavorecidos sin otra motivación que el amor a Dios a través de los hermanos y que en ocasiones, en demasiadas ocasiones, entregan su vida en defensa de la Verdad.
¿Serían ellos (los reprobadores y sus secuaces) capaces de hacer lo mismo, o al menos de intentarlo?
Pero, claro, esto no interesa decirlo ni reconocerlo. En todo caso, sí que interesa ocultarlo al resto del mundo, no sea que el mundo empiece a comprender la gran labor de la Iglesia y de muchos de sus miembros.
Sí interesa, sin duda, que 20 palabras de las más del millón y medio de ellas que el Papa ha dicho en África, les ha sonado a música “celestial”. Y han concluido que al Papa hay que reprobarlo. Vamos, algo así como enviarlo a la hoguera del olvido. A el y a “su” Iglesia, claro.
Porque no ha debido decir lo que ha dicho. Porque ha debido quedarse callado y en su casa, y porque las cosas del mundo no le interesan en absoluto ni las entiende.
Lo dicho: me reafirmo en lo que digo al principio de este comentario: Sería cosa de risa, si no fuera porque es un tema demasiado serio para echarlo a broma.
¿Saben ustedes algo? Cuando escribo sobre alguno de estos temas y quiero dejar con una frase final la conclusión de mi escrito, siempre me acuerdo de las palabras de Don Quijote a Sancho:
“Amigo Sancho: ladran, luego cabalgamos”.
Un abrazo para todos.

Por Isabel Orellana

" Lo mas importante"
Valores

Los valores son moneda de cambio. Se alude a ellos en corrillos, aulas, hogares, comentarios, escritos, conferencias… Es unánime la convicción de que sin valores no vamos a ninguna parte. Curioso que la apreciación provenga de quienes los defienden a ultranza por un lado, y los socavan por otro. Si el valor se deprecia y modifica a conveniencia, como tantas veces sucede, no está tan claro que sea estimable. Será el fruto de una convención, de un acuerdo. Y lo que hace que un valor lo sea lo que es, radica en su carácter objetivo y universal, que lo hace extensible a cualquier ser humano. Pero, además, debe tener un referente externo y ajeno a la política, por ejemplo, a las modas imperantes en el pensamiento de turno, y debe ser tan fuerte como para que los vaivenes sociales no lo sofoquen.

Los valores son muy concretos. Los conocemos todos. El bien y el mal es algo que un niño aprende desde su tierna edad. Si tiene la fortuna de ser educado convenientemente, aprenderá también respeto, abnegación, generosidad, puntualidad, delicadeza, solidaridad, buen gusto, etc. Siempre se ha puesto el símil de un árbol al que hay que ir enderezando. Con los años el esfuerzo se hace menos llevadero. Pero en esa edad en la que se mira con los ojos del adulto que nos conduce de su mano, se entra más fácilmente en ese sendero que nos querrá atrapar con otros condicionantes. La familia es el pilar por antonomasia en la transmisión de valores, como tantas veces se recuerda. Y es ahí donde debe quedar claro lo que es un valor y lo que es una moda o un argumento político.

Y voy a centrarlo en un hecho actual: la píldora postcoital. Sin entrar en valoraciones morales, seguro que muchos padres confían en ella como remedio para un embarazo no deseado, y sin reparar siquiera en las consecuencias –los médicos no se ponen de acuerdo con los políticos– las toleran. Aunque sea duro decirlo así, puede que recuerden épocas pasadas en las que había que guardar la compostura y renunciar a ciertas expresiones amorosas para ahorrarse otros disgustos. Si trasladamos este grave hecho, (que daría mucho que hablar por su implicación en distintos ámbitos), a otros valores, sucede algo por el estilo. Y así, se discute la conducta de un profesor, dándole al hijo o a la hija la razón en todo, o en casi todo; se pasa por alto el contenido equívoco de ciertos programas televisivos que incluso se ven en compañía de los hijos; se efectúan comentarios negativos de otras personas en presencia de ellos, y así sucesivamente. ¿Qué ejemplo se está dando a los niños y jóvenes?, ¿qué referente tienen en este ambiente laicista? Proyectamos en los demás lo que somos. Justificamos tal vez lo que ya estamos haciendo de mal, o lo que nos gustaría haber hecho. O, tal vez, y eso es peor que nada, no pensamos en las repercusiones de nuestros comentarios, de nuestros actos, y de nuestras omisiones. Y lo que digan y autoricen los políticos de turno puede que hasta venga bien, aunque ellos estén contraviniendo su propia visión de valor tratándolo como una simple veleta y hurgando las conciencias de cada cual.

Que nadie trate de equivocarnos. Así no se construye el mundo. No se puede bendecir por un lado el valor, y por otro hundirlo en el barro. ¿De qué valor se trata?, ¿qué es lo que quieren transmitir realmente? Educar es vivir, y la autoridad moral uno de sus valiosos instrumentos para ejercer este noble ejercicio.

Por Francisco Cordero Berrocal

LA PASTILLA POSCOITAL O DEL DIA DESPUES

Algunas personas pueden pensar, que el anuncio de la gratuidad y liberalización en la venta de la píldora postcoital o pastilla del día después, no es más que un desviar la atención de la sociedad de la verdadera situación en la que se encuentra el país, o de los debates que puedan poner en jaque al gobierno, ejemplo, el debate del estado de la nación, que el día siguiente de la noticia anteriormente anunciada, se celebraba en el Congreso de los Diputados.
Yo personalmente pienso, que aunque así sea, el hecho en si mismo, ya está confirmado, con o sin debate en el congreso, y que precede a la ley que se promueve sobre sexualidad, aspectos íntimos de las personas, y en la que yo no comparto, alguien tenga que intervenir, salvo en el cuidado de la intimidad, la honorabilidad y la integridad de las personas, cuando se vean atacadas, ya sea por defecto como por exceso, pero aquí se conculcan según mi parecer ideas de gran trascendencia:
Las mujeres de cualquier edad podrán, si así lo deciden, comprar y tomar la postcoital sin ningún tipo de control.
Se advierte de que no es un método abortivo, por tanto, no cabe entre los profesionales de la farmacia la objeción de conciencia en este tema.
Asimismo no es un método anticonceptivo al uso, entonces yo me pregunto: ¿Qué es?, ¿no será un método de salud?, creo que no, pues tiene efectos nocivos para la salud y no sabemos, si con el abuso, no se convertirá en fuente de graves problemas para las madres, cuando decidan serlo.
Los padres nuevamente quedan al margen de las decisiones de los menores, por una módica cantidad y sin que nadie les pregunte absolutamente nada, los padres no intervienen.
¿No se estará también provocando que se aumente la promiscuidad? Yo estimo que así será.
Ante todo esto, ¿que tienen que decir los padres, las asociaciones de padres y de madres de alumnos de todos los centro formativos?, porque es muy curioso si un menor va a un centro de salud o una urgencia sin ir acompañado de un familiar mayor de edad o uno de sus progenitores, no se les da medicación, ya sea por motivos de posibles alergias medicamentosas o por otros motivos, sin embargo, a partir de Agosto, una menor podrá comprar la famosa píldora, con solo tener dinero para ello, en este caso 20€.
Un menor no puede comprar tabaco, me parece estupendo, y se lo dice un fumador, pero si puede comprar la postcoital, a mi me asaltan aquí nuevamente las preguntas, ¿le debe nuestro país algo a los laboratorios que producen estas pastillas?, porcentualmente ¿Cuánto deja de beneficio esta producción?.
Caben más cuestiones pero yo les dejo a los que lean estas líneas, que sigan preguntándose muchas cosas y tratando de contestarlas, desde la fe y la vida cristiana y fomentando una buena educación sexual frente a la promiscuidad, que creo se está promoviendo.
Ruego a Dios nos ayude a educar a nuestros jóvenes en estas ideas frente a ese desaguisado que se nos está viniendo encima. Que así sea.

martes, 12 de mayo de 2009

Por Francisco Cordero Berrocal

EL MUNDO GLOBAL
Ahora muchas personas hablamos de Globalización, sin tener muy claro de que estamos hablando, unos escuchamos hablar de economía, otros de medio ambiente, ahora de enfermedad, todos tienen razón porque todas esas y muchas más, son las ideas que nos transmite el término globalización.
Por el efecto de la globalización es por lo que hoy escuchamos que en numerosos países hay enfermos de la gripe porcina, gracias a la cantidad de personas que se mueven por todo el planeta, en muy poco tiempo y por vía de distintos países, aunque su foco sea México; por esa misma globalización y en este caso por la globalización de los medios de comunicación, las noticias que se producen en un extremo del mundo, son conocidas en pocos minutos en el rincón opuesto del planeta.
La misma crisis que azota a nuestro país, es la que azota a todo el llamado primer mundo, irónicamente digo: que al resto del mundo no le afecta esta crisis, le afectan todas las crisis, ya saben el dicho “Cuando Estados Unidos estornuda, el resto del mundo sufre catarro, gripe o neumonía según sea el caso” Eso también es globalización.
Está claro que todo lo que ocurre en el mundo es transportado de un lugar a otro, como si de algo mágico se tratara, algunos podían pensar que los sucesos tienen el poder o el don de la ubicuidad, es decir, el que algo acontece en dos lugares al mismo tiempo, pero curiosamente es más rápido lo que conlleva una falta de valores, y no lo que soporta una idea cristiana de vida y valores, es curioso que en todos los lugares del mundo se dan los malos tratos, la violencia de género, la injusticia con los más desfavorecidos, los crímenes en no sabemos que justificación, la drogodependencia, el sida, y un largo etc. pero, que corren por los medios globales de comunicación, como si de un reguero de pólvora se tratara, puede parecernos que son solo las malas semillas, las que transporta el viento y se olvida de transportar la simiente que merece la pena, pero no es así, solo que hay que mirar atentamente y estar convencidos de que las buenas noticias también están al cabo de la globalidad aunque sea más difícil el verlas.
Observo como comunidades de jóvenes, que son nuestra esperanza viven su fe con mucha entereza y compromiso, que acuden a los encuentros con el Santo Padre, o de cualquier llamada de solidaridad, con una dedicación y una vocación digna de cualquier buena mención, como en todo el mundo hay comunidades familiares que aunque no sean católicos, entienden que la educación en valores es lo más adecuados para criar hijos y formarlos para la vida.
Por eso aún tengo la esperanza, de que en el concepto de globalización no todo es negativo, sino que muchas cosas son de lo más positiva, y eso es lo que más me importa, por eso ruego, que estas ideas que aparecen en cualquier parte de este mundo global sean cada vez más importante y ganen fuerza frente a las demás noticias, hecho que ruego a Dios, que así sea.

Por Emilio Saborido

Querida Susana :

No podía esperar tal noticia. El pasado domingo me dijeron que o bien el jueves, o bien el viernes pasado, murió Carmen.

La conocí en el pasado mes de octubre en el que la ingresaron en la residencia para la tercera edad a la que tú sabes, Susana, subo para hablarles y darles el alimento del Cuerpo de Cristo, mi Señor, a los ancianos que allí viven.

Carmen era soltera. Puedo calcularle que tuviese alrededor de los setenta años de edad. Era de Madrid y en esta ciudad estuvo viviendo hasta que sus hermanos decidieron, contra el parecer de ella, pasase a vivir en Málaga y en esta residencia a la que yo acudo.

Carmen era endeble de salud, era bajita, algo deforme por sus problemas de huesos. Sus ojos eran vivarachos, hablaban por sí solos, era educada, muy educada, muy sensible, cariñosa y con un sentido de no merecimiento a nada, propio de personas y almas que han vivido y viven la gran humildad.

Siempre tenía entre sus manos, un devocionario que supongo yo era de antes de la celebración del Concilio Vaticano II. Ella lo trataba con delicadeza y cuidado, por eso su buen estado de conservación a pesar de los años. Y es que ella sabía que en ese libro encontraba el alimento diario para su espíritu.

En todo este tiempo, corto, pero intenso, en que la he tratado, siempre me hizo bien observar en ella su respeto y enorme amor a la Eucaristía. ¡Cuánto siento, mi buena amiga Carmen, que la promesa que te hice de traerte, un domingo en que ya fuese de buen tiempo, a la misa parroquial, se haya quedado en eso, en promesa! Puedo decirte, Carmen, que creo y procuro vivir, el dogma de la Comunión de los Santos. Por esto, cuando participé en la Santa Misa este jueves por la tarde, supe que tú estabas allí, en el templo, con nosotros, pues todos estábamos unidos, muy unidos, a esta celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Esto es, todos nos encontrábamos en el Monte Tabor.

¡Ay! Qué equivocados estamos los hombres de siglo… Alejamos de nosotros a los seres que están en su mejor momento. Como ocurre con el vino de años, añejo, que ha ganado en calidad con el pasar del tiempo.

De meses a esta parte, mi querida Susana, se viene hablando, y mucho, sobre la eutanasia. Hoy me preguntaba yo: ¿cómo puede haber tantas personas que sin dificultad sean partidarias de la eutanasia? Y claro, pensaba yo: unos hombres y mujeres que con tanta diligencia disponen de dónde han de vivir sus padres, abuelos, hermanos... los últimos años de vida sacándolos de su casa de siempre; arrancándolos de su medio ambiente, amistades, costumbres… ¿acaso no hacen con ello alguna forma de eutanasia?

El domingo pasado, cuando estuvimos juntos, amiga Carmen, comezamos a hablar sobre tu salud, y, haciendo, gala de tu delicadeza para con el Señor, con mucha elegancia nos dijistes, “vamos a no entretener al Señor, pues El es primero”. Comencemos por la comunión y al finalizar seguiremos hablando. Y eso que tú estabas, ese día, bien triste y necesitada de ser escuchada…

Ya no te daré más la sagrada Comunión, Carmen. Pero claro, la que has salido ganando has sido tu. Porque, ahora, ya, seguro que estás ocupando la silla que tenias reservada en esa mesa del gran banquete que preside nuestro buen Padre Dios en su Reino de los Cielos.

Hasta pronto,

Por Francisco Cordero Berrocal

LA PRIMERA COMUNIÓN AYER Y HOY


Hoy mismo en la prensa de la provincia venía este artículo, “AQUELLA PRIMERA
COMUNIÓN”, y subtitulaba “De aquellos sencillos y modestos desayunos se ha pasado a opíparas y multitudinarias comidas. La celebración de este sacramento ha cambiado con el paso del tiempo. Y la indumentaria. Y los regalos”. Empezaba el artículo por el mes de Mayo, mes de las primeras comuniones, recordando las de los años antes de la década de los 70, del siglo XX, los padres se preocupaban, por supuesto del desayuno, de aquel chocolate en el hogar con los abuelos y los familiares directos, a mi parecer se vivía mejor el Sacramento que es el que tiene la mayor importancia ese día. Los trajes han tenido también una gran evolución, antes del Concilio
Vaticano II los trajes entiendo que los de las clases más pudientes eran también muy barrocos, los chicos se vestían de almirantes con charreteras y galones, de marineros o traje blanco o azul marino, y las niñas con trajes de princesitas o de novias. Algunas parecían, y eso también hoy, iba a casarse en vez de recibir la Primera Comunión. Llegado este punto el Papa Juan XXIII dijo que había mucho boato, en la época postconciliar las comuniones se hicieron muchos más austeras, las niñas se vestían de monjitas, mientras los niños se decantaban más por la indumentaria sencilla a veces, incluso de fraile. Es verdad que la situación económica era mala, pero estimo también que fue una época más religiosa, aparecieron grupos de personas comprometidas con la iglesia y con las enseñanzas de Jesús
Hoy, es una opinión personal y además entono el “mea culpa” puesto que también caí en su momento en la vorágine de la celebración y el boato del pasado, la situación es parecida a la época preconciliar, se le da mayor importancia a lo que realmente no lo tiene, cuando lo importante en ese día es sin lugar a dudas que el niño/a recibe por vez primera a Jesús formando parte de un modo mayor, en el cuerpo de la iglesia.
Tres años antes, nos sumergimos en la Catequesis, primero durante el primer año somos los padres los que acudimos a la misma y somos los encargados de enseñar a nuestros hijos los valores que Jesús y la Iglesia nos intenta trasmitir, los dos años siguientes son las catequistas las que se encargan conjuntamente con los sacerdotes, los que instruyen a los chavales. Y es aquí donde yo empiezo a preguntar ¿son los niños los que piden este tipo de celebración?, ¿no es quizás el aparentar lo que nos preocupa? ¿realmente la crisis hace que estas ceremonias sean menos intensas?. No lo sé sinceramente, pero si que creo, que de esta manera no se le da a la Comunión el valor real que tiene.
En estos días de la Pascua de Resurrección se celebran las Primeras Comuniones y los restaurantes su mes de Mayo, así como los pasteleros, los que alquilan castillos hinchables, los fotógrafos, etc.
Y yo no digo que haya que acabar de manera total con esto, nada más lejos de la realidad, se debe celebrar ese momento tan importante, se deben tener recuerdos de un momento tan importante que tiene que dejar huella en los niños, no solo en ese momento sino siempre, durante toda su vida, es un paso más en los muchos más que el niño tiene que dar en su vida de cristiano.
Ayudémosles todos a que ese camino sea el más importante de su vida.
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lunes, 4 de mayo de 2009

Por Emilio Saborido

Querida Susana


Hace ya un poco de tiempo que vengo conociendo a José. Es José, un hombre ya mayor y al que hace años se le murió su esposa. Creo que debe tener unos setenta y bastantes años. Vive sólo. ¡Qué pena es estar sólo! Entrar en su pequeño piso sin que en él haya nadie que le espere, le acompañe, le hable, le dé el afecto y el amor que él pueda recibir y que, igualmente, él necesita dar.



José, pasa prácticamente el día entero en el café bar que se halla aquí enfrente. En el salón que rodea a la barra de este café bar está siempre sentado él sólo.



De un tiempo a esta parte le vengo encontrando, más envejecido, más torpón, con mala cara y con una voz que se le va volviendo más ronca y apagada. Me dice que ha de estar llendo durante bastante días a la residencia sanitaria de Carlos de Haya. Que en este centro le hacen todos los días algo que no entiende él pero que es en su garganta y que esta le quema. No sé yo… pero me está dando que pensar que mi amigo José tiene “algo malo” en su garganta… cualquier día me dá el disgusto y se marcha de esta vida sin tener a su lado a …



Sus períodos de existencia, los cuenta este mi buen amigo, por las fechas, días 30 o días 1, en que ha de ir a la caja de ahorros a cobrar su eximia pensión.



Le ayudaba yo esta mañana a llevarle su vaso de café con leche desde la barra de este bar café, hacia la mesa en que él se sienta a pasar el día. Mirando a la dueña de este establecimiento, exclamó José: ¡este amigo es muy bueno conmigo! La dueña de este bar café, le contestó: “es que es más fácil ser bueno que malo”. “Es mejor portarse bien que mal, cuesta menos esfuerzo” “El mala gente tiene que hacer más esfuerzo y ruido por serlo y además debe ser un amargao”.

Por Isabel Orellana

" Lo mas importante "

Si no hablarais vosotros...

Tolerar es un verbo con vida. Más aún, es algo así como la segunda piel. Simplemente con que alguien no comparta nuestro punto de vista, podemos sentir la tentación de pensar que no nos tolera. Se percibe claramente cuando del interior brota la desaprobación. Ese mismo sentimiento podría venir provocado por una disensión en cuanto a formas distintas de proceder a las nuestras, diferentes identidades culturales, educación, creencias, etc. En cualquier actitud contraria, o que sintamos como opuesta a nuestro particular interés y modo de contemplar la vida, podríamos advertir atisbos de intolerancia por parte de otros, y considerar que son irrespetuosos.

Habría mucho que decir sobre la tolerancia. Pero este breve comentario viene al hilo de lo que está sucediendo en torno al Congreso de los Diputados de España y al Papa Benedicto XVI. No se entiende –dicen algunos– que haya expresado su sentir respecto a la sexualidad. Y muchos, en distintos países dentro y fuera de la Unión Europea, se han rasgado las vestiduras. No voy a entrar en esta disputa que requeriría argumentos y espacio que excederían con mucho al de este blog. Simplemente recordar que nadie puede arrogarse la posesión de la verdad, con carácter absoluto, porque no es defendible. Pos supuesto, la alternativa no es el relativismo, una salida peligrosa de la que se debe huir. Para los cristianos, conviene que recordarlo nuevamente, la única verdad con mayúsculas es Cristo. Por lo demás, todos tenemos derecho a opinar. Más nos vale aceptarlo, si queremos defender, con autoridad y rigor, el sentido último y cabal que tiene la tolerancia. No vaya a ser incurramos en un grave error, que no es otro que el de creer que siempre tenemos la razón, y son otros los ciegos. ¿No son la apertura y el respeto algunas de las bases de la democracia?