jueves, 14 de mayo de 2009

Por Jose Luis Arranz

REPROBEMOS AL PAPA

Sería cosa de risa, si no fuera porque es un tema demasiado serio para echarlo a broma. Las “muy sesudas mentes” de los miembros de IU en el Congreso de los Diputados, se han rasgado las vestiduras, han puesto el grito en el cielo y han concluido que unas pocas palabras de Benedicto XVI sobre el Sida expresadas en el contexto de una amplia entrevista concedida al comienzo de su reciente e importante viaje a África, y posiblemente mal entendidas, son dignas de la hoguera más ardiente, y han solicitado formalmente en el Congreso nada menos que la reprobación del Papa.

De pena.

Pero se da la circunstancia, también, de que la inmensa mayoría de los medios de comunicación que siguieron ¿informativamente o con espíritu destructivo? el viaje del Papa, centraron todo su interés acerca de los actos desarrollados en esos días, justamente en esa respuesta del Pontífice sobre el Sida; no hubo por lo visto nada más interesante, ni antes ni después; no hay medias tintas. La gran mayoría de los medios de comunicación, deseosos por desgracia de tirar continuamente piedras y más piedras contra el tejado de nuestra Iglesia y de nuestra Fe han pretendido soliviantar --y en muchos casos lo han conseguido—al pueblo llano, al cristiano de a pié y, por supuesto al no creyente, ofreciéndoles a unos y a otros una desvergonzada caricatura de lo que en realidad ha hecho y dicho Benedicto XVI por tierras africanas.
Por cierto, olvidando esas palabras de Jesús que todos conocemos: “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”.

De pena.

Y encima, algunos creyentes han hecho causa común con aquellos y con estos (políticos y prensa) y han concluido que Benedicto XVI hubiese estado mejor “calladito”. Es decir, que de una u otra manera lo que se pretende es hacernos volver a las catacumbas pero, eso sí, enarbolando ellos y únicamente ellos, la gran bandera de la “libertad de pensamiento religioso”.
Pero es que, mis queridos amigos, después de esa entrevista, el Papa siguió hablando sobre el Sida en África y exigió a los gobiernos de la zona, la atención sanitaria gratuita para los enfermos del Sida…
Pero esto no lo dice la prensa ni los políticos.
Y el Papa llamó en varias ocasiones a los africanos de las distintas ideologías a la responsabilidad y al amor fraterno.
Pero esto no lo dice la prensa ni los políticos.
Y el Papa recalcó en cuantas ocasiones pudo, la necesidad de cuidar a los enfermos, tanto de Sida como de las demás gravísimas enfermedades que aquejan a los africanos.
Pero nada de esto dicen la prensa ni los políticos, quizás porque tendrían que añadir a continuación si verdaderamente pretenden ser honestos con su punto de vista, que eso de cuidar a los enfermos es mayoritariamente un trabajo silencioso del que se encarga en buena parte la Iglesia Católica.
Y eso, ni unos ni otros son capaces de reconocerlo.
Y volvamos al comienzo de la historia. Ha tenido que ser el grupo político a nivel nacional más pequeño de cuantos habitan en nuestro planeta, el que presente la reprobación. Ellos, que sólo representan a unos pocos, se han erigido en defensores a ultranza de algo en lo que demuestran su trasnochado estilo y su escasa profundidad de miras. Y, además, se les ve el plumero en su deseo de atacar a la Iglesia y a todo cuanto ella representa, sea con el motivo que sea.
La Iglesia Católica lleva SIGLOS defendiendo los mismos postulados en cuanto se refiere a la responsabilidad compartida en el amor. No es cosa de un solo Papa, ni de dos; es, simple y llanamente la doctrina oficial de la Iglesia en ese terreno y en otros que conducen al mismo fin, desde siempre.
¿Y ahora, tres mil años después, se rasgan las vestiduras?
Que no están de acuerdo con esa doctrina de la Iglesia lo sabemos, y además hacen muy bien en estar en desacuerdo si así lo entienden y si no son creyentes. Los que lo somos no les exigimos nada.
Como no están de acuerdo en muchas otras cosas que hacemos o decimos los católicos, y repito que hacen muy bien en no estarlo si no son creyentes. ¡Allá ellos, oigan!! ¿Les hemos exigido nosotros algo a ellos?
Pongo un ejemplo: yo podría, como español libre y en pleno uso de esa libertad, presentar una reprobación a nivel nacional contra este grupo político porque no me gusta en absoluto lo que hacen ni lo que dicen. Pero, sinceramente, me parecería una estupidez como la copa de un pino. Simplemente los doy por reprobados por mí. Y que cada cual ejerza de juez, según su conciencia.
Aunque, en verdad, los cristianos sí que podríamos reprobar muy seriamente a esos medios de comunicación y a esos ¿políticos? que pretenden meter las narices donde nadie les llama con el solo deseo de conseguir que la Iglesia reciba cada día un varapalo que vaya reduciendo su influencia espiritual hasta conseguir (que ilusos) bajarla a 0 (cero).
Esos políticos que presentaron la reprobación deben saber --y lo saben sin duda alguna—que bastantes de sus propios votantes son católicos y que por lo tanto están tirando teas incendiarias contra su propio tejado.
Y esos medios de comunicación deberían saber --y también lo saben—que entre sus lectores, radioyentes o televidentes existe un elevadísimo tanto por ciento de católicos, que pueden sentirse internamente molestos y altamente ofendidos por la desvergonzada forma de presentar siempre la información sobre la Iglesia.
El problema nace por ambas partes cuando se trata de ser, simple y llanamente, HONESTOS, como sería su obligación primera. Y no saben serlo ni representarlo. No son honestos ni siquiera consigo mismos porque si lo fueran, al menos para sí, tendrían que reconocer que por cada uno de los muchos errores que haya cometido la Iglesia Católica a través de los siglos, o que se hayan podido cometer en su nombre, --que los ha cometido, sin duda, y ya Juan Pablo II, de feliz memoria, se encargó de pedir perdón en diversas ocasiones—hay mil aciertos de amor, de ayuda, de hermandad, de confraternidad, de creación de escuelas, de universidades, de ejemplos vivos de generosidad hacia los demás, de creación y dirección de hospitales para los más pobres, de comedores para alimentar a miles y miles de familias en todo el mundo, de ayuda económica a los países más necesitados –por cierto África prioritariamente entre ellos— para que los pobres parias de la tierra, aquellos a los que los demás cierran las puertas de su casa y lo que es peor de su corazón, encuentren una vida –o una muerte al menos--relativamente digna.
Sin olvidar, por supuesto, a los miles de misioneros, misioneras y voluntarios y voluntarias laicos que viven alejados de sus familias y amigos en aquellos países más desfavorecidos sin otra motivación que el amor a Dios a través de los hermanos y que en ocasiones, en demasiadas ocasiones, entregan su vida en defensa de la Verdad.
¿Serían ellos (los reprobadores y sus secuaces) capaces de hacer lo mismo, o al menos de intentarlo?
Pero, claro, esto no interesa decirlo ni reconocerlo. En todo caso, sí que interesa ocultarlo al resto del mundo, no sea que el mundo empiece a comprender la gran labor de la Iglesia y de muchos de sus miembros.
Sí interesa, sin duda, que 20 palabras de las más del millón y medio de ellas que el Papa ha dicho en África, les ha sonado a música “celestial”. Y han concluido que al Papa hay que reprobarlo. Vamos, algo así como enviarlo a la hoguera del olvido. A el y a “su” Iglesia, claro.
Porque no ha debido decir lo que ha dicho. Porque ha debido quedarse callado y en su casa, y porque las cosas del mundo no le interesan en absoluto ni las entiende.
Lo dicho: me reafirmo en lo que digo al principio de este comentario: Sería cosa de risa, si no fuera porque es un tema demasiado serio para echarlo a broma.
¿Saben ustedes algo? Cuando escribo sobre alguno de estos temas y quiero dejar con una frase final la conclusión de mi escrito, siempre me acuerdo de las palabras de Don Quijote a Sancho:
“Amigo Sancho: ladran, luego cabalgamos”.
Un abrazo para todos.

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