lunes, 4 de mayo de 2009

Por Isabel Orellana

" Lo mas importante "

Si no hablarais vosotros...

Tolerar es un verbo con vida. Más aún, es algo así como la segunda piel. Simplemente con que alguien no comparta nuestro punto de vista, podemos sentir la tentación de pensar que no nos tolera. Se percibe claramente cuando del interior brota la desaprobación. Ese mismo sentimiento podría venir provocado por una disensión en cuanto a formas distintas de proceder a las nuestras, diferentes identidades culturales, educación, creencias, etc. En cualquier actitud contraria, o que sintamos como opuesta a nuestro particular interés y modo de contemplar la vida, podríamos advertir atisbos de intolerancia por parte de otros, y considerar que son irrespetuosos.

Habría mucho que decir sobre la tolerancia. Pero este breve comentario viene al hilo de lo que está sucediendo en torno al Congreso de los Diputados de España y al Papa Benedicto XVI. No se entiende –dicen algunos– que haya expresado su sentir respecto a la sexualidad. Y muchos, en distintos países dentro y fuera de la Unión Europea, se han rasgado las vestiduras. No voy a entrar en esta disputa que requeriría argumentos y espacio que excederían con mucho al de este blog. Simplemente recordar que nadie puede arrogarse la posesión de la verdad, con carácter absoluto, porque no es defendible. Pos supuesto, la alternativa no es el relativismo, una salida peligrosa de la que se debe huir. Para los cristianos, conviene que recordarlo nuevamente, la única verdad con mayúsculas es Cristo. Por lo demás, todos tenemos derecho a opinar. Más nos vale aceptarlo, si queremos defender, con autoridad y rigor, el sentido último y cabal que tiene la tolerancia. No vaya a ser incurramos en un grave error, que no es otro que el de creer que siempre tenemos la razón, y son otros los ciegos. ¿No son la apertura y el respeto algunas de las bases de la democracia?

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