martes, 13 de julio de 2010

Por D. Jose Ignacio Munilla

Salvarlos uno a uno


Una vez más, la sinrazón se ha impuesto. El 5 de julio de 2010 pasará a la posteridad como un día negro en la historia de los derechos humanos. La nueva Ley de “Salud Sexual y Reproductiva” (¡ironías del lenguaje!) da un marco legal al aborto libre, que de hecho ya se practicaba abiertamente en España, bajo un generalizado fraude de ley, conocido y consentido por casi todos. Legalmente, el aborto ha pasado de estar despenalizado en tres supuestos, a ser reconocido como un derecho. No cabe duda de que los empresarios de las clínicas abortistas pueden dormir ya mucho más tranquilos.
¿Y ahora qué? ¿Vamos a quedarnos de brazos cruzados a la espera de los recursos judiciales? ¿Acaso la “causa de la vida” se reduce a la batalla legal? ¡Ciertamente no!... Como dice el refrán, “más vale encender una vela que maldecir las tinieblas”. En estos días he recordado una famosa frase de la Madre Teresa de Calcuta, pronunciada cuando el aborto se liberalizaba en Occidente, en medio de fuertes polémicas: “No los matéis, dádmelos a mí. ¡Yo sí los quiero!”. Tampoco puedo olvidar que en cierta ocasión un periodista le preguntaba a la Madre Teresa cuál había sido su estrategia para salvar a tantos niños y desahuciados de la vida. Su respuesta no dejaba lugar a equívocos: “¡Uno a uno!”
Pues bien, ha llegado el momento del “uno a uno”… La mayoría de las asociaciones provida han orientado su acción en los últimos años en esta línea. En muchos lugares –también en San Sebastián- ya vienen trabajando con gran éxito grupos de “rescate”, bajo la coordinación de la fundación “RedMadre”. Decenas de miles de vidas humanas han sido salvadas “in extremis”, cuando tenían ya puesta la “cita” en el abortorio. Su método consiste en dar a la mujer embarazada soluciones alternativas al sacrificio de la vida de su hijo: acompañamiento personal, ayuda económica, pisos de acogida, asistencia médica y jurídica, etc. (Me permito dar el teléfono de contacto que coordina todos estos grupos en España: 902-188.988). ¡Es hora de arrimar el hombro!
Se trata de entender que para llegar a transformar la Cultura de la Muerte, la estrategia más eficaz es “de abajo arriba”, sin limitarnos al “de arriba abajo”… La batalla legal por la vida se podrá plantear nuevamente en España, con mayores garantías de éxito, cuando salgan a la luz cantidad de niños y adolescentes que han sido rescatados de las garras de la muerte… El testimonio de su gratitud por el don de la vida, será necesario para que la Cultura de la Vida triunfe en el futuro.
No tengo la menor duda de que hay muchos valores en nuestra sociedad, que son resortes muy válidos y positivos en esta dirección que planteo… ¿Cómo es posible que hagamos una valoración tan laudatoria de la adopción de niños extranjeros entre nosotros, mientras que aquí desestimamos como absurda la alternativa de la entrega en adopción del niño? O, por ejemplo, ¿no habrá llegado el momento de valorar si el apadrinamiento de los niños del Tercer Mundo que realizamos a través de muchas ONGs civiles y eclesiales, no debería también ser complementado con el apadrinamiento (en forma de contribución a su alimentación o educación) de los niños que son salvados de ese trágico destino? Y por otro lado, ¿qué decir del abandono y del silencio vergonzante en el que muchas mujeres tienen que vivir el Síndrome del post-aborto, frente a la afortunadamente cada vez más creciente sensibilidad hacia las víctimas de la violencia de género? ¿No habrá que acompañar también a las mujeres que se han quedado moral y psicológicamente destrozadas después de haber abortado?
Tengamos en cuenta que el triunfo de la “causa de la vida” requiere de diversas implicaciones: En primer lugar, del mundo del arte y de la cultura, por el gran influjo que tienen en la conformación de los valores… (Baste señalar la gran aportación de la película “Bella”, de Eduardo Verástegui). Igualmente, el acceso y la utilización ágil de los medios de comunicación, especialmente Internet, en favor de la vida del nasciturus, será algo decisivo. Curiosamente, en el transcurso del anuncio, elaboración y tramitación de esta ley, por primera vez en la democracia española, hemos sido testigos de un notable desplazamiento de la opinión pública hacia el respeto y la defensa del no nacido.
Pero, como es obvio, la clave definitiva del triunfo de la Cultura de la Vida estriba en la educación que reciban nuestros jóvenes. Me parece importante señalar que, en la práctica, uno de los influjos más nefastos de esta ley lo vamos a padecer en su traslado al sistema educativo. La nueva “Ley de Salud Sexual y Reproductiva” pasa por encima, una vez más, del derecho de los padres sobre la educación de sus hijos, al imponer obligatoriamente la ideología abortista y “de género” en la escuela (cfr. Art 5, 1, a).
Está claro que la “causa de la vida” está unida a la “causa de la educación” y a la “causa de la familia”. Es fundamental que todos aquellos que partimos de unos valores de pleno respeto a la vida y a la familia (en donde podemos coincidir creyentes y no creyentes), trabajemos en coordinación y cooperación, para educar en la verdadera libertad. Una educación íntegra jamás presentará el ideal de la libertad en contraposición al derecho a la vida de los más inocentes. No podemos convertir la libertad en una frívola licencia, porque eso destrozaría la misma Libertad, además de la Vida.

Por Isabel Orellana

" Las cosas importantes "

VIDAS TRUNCADAS


El 5 de julio de 2010 pasará a la historia jurídica de nuestro país como una las fechas más aciagas de todos los tiempos en lo que concierne a la vida humana, al imponerse el veto, siempre cruel, a la viabilidad de cientos de miles de seres que nunca verán la luz. No es la primera vez que trato este tema del aborto en el blog. Pero cuando está en juego la supervivencia de tantas criaturas –y que nadie se enzarce inútilmente en debatir la connotación de la palabra criatura, como se ha hecho recientemente, ya que el diccionario de la RAE la define con claridad con la acepción que se le da aquí– no podemos quedarnos de brazos cruzados y actuar pasivamente.

La víspera de la entrada en vigor de la ley española del aborto una de las muchas asociaciones «pro vida» que hay en nuestro país, en Málaga capital abanderó una acción pacífica y enérgica condenando los entresijos que rodean a esta pena de muerte. Lástima que los congregados fueran tan pocos siendo muchos los que la reprueban en la intimidad del hogar o en otros ámbitos privados. Alguien se excusaba diciendo que prefería hacer oración. Pero la oración, con ser una fuerza poderosísima, debe acompañarse en estos casos de la acción. Estamos en una sociedad en la que se airean conductas con aires festivos y carnavalescos que gozan de una privilegiada cobertura en todos los medios de comunicación. Y esta notoriedad obtiene los frutos perseguidos: asumirlas con toda naturalidad.

Si muchos de los que se reconocen partidarios de la vida pasan página y prosiguen con la rutina de siempre, como si no sucediese nada de particular, o bien encogiéndose de hombros en un gesto revelador de la escasa energía que les anima, luego que no se quejen, que no critiquen, que no se limiten a protestar porque adolecen de credibilidad. Y lo peor es que al dejar relegado a la intimidad su amor a la vida desde el primer instante de la concepción, este silencio puede ser interpretado erróneamente ya que de alguna manera pueden ser considerados cómplices de esa ley abortiva. Se les podría acusar de que también ellos, como los que están a favor del aborto, asumen este hecho con naturalidad.

El Dr. Bernard Nathanson, conocido como el «rey del aborto», posteriormente convertido al catolicismo, ejemplifica con su vida lo que quiero decir. Cuando se dio cuenta del horror en el que había estado sumido, no tuvo dudas en confesarse ante el mundo entero. En noviembre de 2002, en el VII Congreso Internacional «Camino a Roma» celebrado en Ávila (España) se presentó de este modo ante un selecto auditorio: «Soy responsable de 75.000 muertes, tienen delante de ustedes a un genocida». Y así, el que seguramente había sido el mayor activista en pro del aborto, dio un testimonio espeluznante de lo que puede hacer la ciencia cuando actúa al margen de la moral, y no se tiene en cuenta que lo que es técnicamente posible muchas veces es moralmente inadmisible. En un «juego» estremecedor, en el que la vida había dejado de ser importante, amasó una inmensa fortuna. Todas las posesiones fundamentadas, como él mismo reconoció, en «una gran mentira. La mentira de que la persona en el vientre materno no vale nada». Merece la pena conocer su testimonio y proceso de conversión, que también ha atravesado todas las barreras. Fue la tecnología, que al permitir estudiar el ser humano en el vientre materno, le mostró que no era distinto de los que ya hemos nacido. Esa criatura que se estaba gestando: «comía, dormía, bebía líquidos, soñaba, se chupaba el dedo, igual que un niño recién nacido. La verdad era que esto era un ser humano con dignidad, dada por Dios, que no debía ser destruido o dañado».

Después de estudiar al feto durante tres o cuatro años, se convirtió en un defensor de la vida: «Cuestioné el aborto con conferencias e hice dos películas. En una se veía un aborto real, un niño de 12 semanas aspirado hasta la muerte. Se veía cómo le succionaban brazos y piernas, se rompía el tórax, etc. Era muy fuerte... Los pro aborto dijeron que era un montaje. Les he animado siempre a que, si piensan así, hagan ellos su propia película de un aborto real, con sus propias imágenes. Nunca lo han hecho, porque saben muy bien lo que se vería […]. A menudo se plantea el tema del aborto como libertad de elección de la mujer. Pero una persona no puede elegir quitar la vida a otra. No es posible hablar del derecho a elegir, porque se trata del mandamiento, ¡no matarás!».

Les invito a que visionen, si tienen ocasión y todavía no lo han hecho, una de las películas grabadas por Nathanson, El grito silencioso. http://tu.tv/videos/el-grito-silencioso. Son treinta estremecedores minutos ante los cuales no hay nada más que añadir.